El deseo es ese impulso que nos lanza a hacer cosas, es un sentimiento que nos empuja hacia algo que nos apetece. El deseo mantiene viva nuestra pareja, nuestra identidad y nuestra sexualidad. Sin esa energía no podemos mantener las ilusiones y continuar creciendo.
¿Deseo de qué?
Cuando hablamos de deseo no me refiero solo al deseo erótico, la pasión hacia la otra persona. Entendemos el deseo como un concepto amplio, por ejemplo es amar con nuestro cuerpo, con las emociones o con el pensamiento, son las ganas de saber, de descubrir al otro, ganas de salir corriendo solo para abrazar a la otra persona cuando lo necesita, deseo de permanecer a su lado, ganas de mirar, sonreír, besar y acariciar a la otra persona, es la espontaneidad e impulsividad.
Mi experiencia en terapia sexual y de pareja me ha hecho descubrir que el deseo es una de las cosas más difíciles de recuperar. ¿Por qué? El motivo es que surge desde el inconsciente e instintivo, nace de “las tripas” y es difícil de provocar, “no nos sale”. Normalmente esa pasión que sentimos al principio de las relaciones está potenciada por las hormonas.
Pero difícil no significa imposible, cuando el deseo se pierde por el paso del tiempo, la rutina… hay formas de recuperarlo, es necesario encontrar ese momento en el que estaba presente en la persona o en la pareja, preguntarse por qué estaba ahí y cuando entendamos cómo, cuándo y por qué estaba… podremos buscar la forma de recuperarlo y si esto se hace comunicándose y trabajándolo en pareja es mucho más fácil que vuelva.
Otra clave importante para recuperar el deseo sexual es “ponerse las gafas de la sexualidad” para cultivar nuestra erótica, dedicarle tiempo, espacio, mimo… recuperar los espacios para la sexualidad bien sea en solitario o en pareja, con una ducha lenta atendiendo a las sensaciones corporales, a través de la masturbación o compartiendo una tarde de masajes y caricias.
¿Es suficiente con sentir deseo o es necesario sentirse deseado?
Sentirse deseado es la otra cara de la misma moneda, desear a alguien no significa que la otra persona se sienta deseada.
Hay muchos motivos por los que alguien puede no sentirse deseado, puede estar relacionado con una baja autoestima, puede ocurrir porque no se expresan los deseos o porque éstos se expresan pero no se interpretan de forma correcta.
A veces no demostramos nuestras emociones y no expresamos nuestras preferencias por lo que es difícil saber que hay deseo, si los gestos están llegando y se están entendiendo.
En otras ocasiones es una cuestión de interpretación, conocer los deseos de los demás a veces no es fácil, conocerse a uno mismo y a la pareja nos puede ayudar a interpretar correctamente los gestos.
Sentirse deseado/a también puede poner en movimiento la energía, ayudándonos a mover nuestro deseo. Sentirse deseado nos aviva la pasión, la autoestima, nos hace sentirnos vivos, excitados, felices, ilusionados, con confianza.
Atrévete a mantener vivo tu deseo, aliméntalo cada día sin conformarte, dejándolo encontrar formas de expresión en las situaciones más insospechadas. Y si tienes dudas o necesitas ayuda para recuperar la pasión en tu pareja, nosotrxs te ayudamos.
Laura de Toledo Congosto. Psicóloga y Sexóloga